Tal vez fue lo que gritó Willie Green desde la línea de banda… o tal vez fue lo que le dijo su excompañero de equipo Jamal Crawford en el medio tiempo… o tal vez fue su razonamiento de “solo leyendo el juego”.
El domingo no hubo una manera fácil de identificar cómo o por qué Chris Paul se hizo cargo del Juego 1 en esta serie al mejor de siete. Simplemente se aceptó ampliamente que esto es lo que hacen los grandes del juego.
“No debería sorprender a nadie”, dijo el escolta de los Suns, Devin Booker. “Está hecho para estos momentos”.
Una cosa es construir por un momento; otra es aprovechar el momento. Y Paul se hizo cargo del Juego 1 con una actuación que capturó por qué es uno de los mejores armadores que jamás haya jugado el juego.
Sus números finales (30 puntos, 10 asistencias, siete rebotes, dos pérdidas de balón) no hacen justicia al impacto y el momento de su actuación que llevó a Phoenix a una victoria por 110-99 sobre New Orleans.
Cuando comenzó el último cuarto, una ventaja de 23 puntos se había reducido a ocho. Luego siete. Y luego, como suelen hacer las leyendas, Paul se adueñó del momento. Anotó 17 de los siguientes 19 puntos para Phoenix (los otros dos puntos en ese lapso fueron gracias a su asistencia en una volcada de JaVale McGee) para sellar efectivamente el primer paso de los Suns en la defensa de su título de la Conferencia Oeste.
“Ese hombre es un verdadero competidor”, dijo Booker. “Un verdadero ganador, y lo quiere tanto. Puedes verlo en su comportamiento, puedes verlo en su forma de caminar.